Estoy en plena madurez. Es un hecho, no una reflexión. Estoy a punto de cumplir 48 años, y eso, ya es cosa seria.
Atrás quedaron años de juventud, en los que me he divertido de lo lindo, me he llevado fracasos y he vivido la etapa más plena que cualquier Ser Humano pueda vivir : Ser madre. Mis hijos, son lo más maravilloso que me ha regalado la Vida y juntjo a ellos, he podido disfrutar de su infancia y crecimiento.
No entraré aquí a valorar como lo he hecho pero sí admito que una buena madre, no creo haber sido pero lo hice lo mejor que pude y las circunstancias que me rodeaban, así me lo permitía pero tampoco es tiempo para la justificación, aquello pasó y no se puede vivir mirando atrás con ira.
La vida es eso, comerte cosas, unas están más buenas que otras y finalmente, llegas a lo mejor: al postre, es decir, a la madurez.
En esta etapa, en la que llevo días pensando, me encuentro mejor que nunca. No poseo el cuerpo de infarto que perseguía con las "dietas milagro" pero tampoco lo necesito. Yo, no soy una jovencita y no quiero parecerlo. En realidad, las mujeres que intentan aparentar una adolescencia lejana, me parecen muy patéticas y en muchos casos, van por ahí como verdaderas "zorras"
Me siento guapa, como las modelos de los anuncios de cremas para arrugas. Estoy madurando con mucha dignidad, un cuerpo más sano del que tuve aos atrás y una mente que lo acompaña. Me gusto y sé que gusto, que me siento y me ven atractiva, en suma, soy como me imaginé ser de mayor: guapa y orgullosa y, sobre todo, enamorada.... y, ¡el amor hace milagros!
