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Sutil, y no tan sutil, repaso por algunos pasajes de la vida cotidiana.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Tres familias para cinco hermanos

Tener camada en casa, no me cansaré de decirlo, es algo precioso. Muy pesado, si, pero es una experiencia única.

En nuestra casa, hemos tenido el placer de ver como Trufa, la pequeña gata negra (que no ya tan pequeña) encontrada hace año y medio en un contenedor, nos regalaba el momento más importante de su vida: dar a luz.

Tuvo cinco cachorros. Nunca había visto gatitos tan chicos, ¡eran del tamaño de un dátil! y juntos, la vimos parir, amamantar, querer a su prole... Cuando se hicieron más grandecitos e iban en busca de juego y aventura, ella, asomaba la cabeza delante de ellos y, como por arte de magia, se recogían en su regazo. Fué una buena madre: no rechazó ninguno y sacó a todos adelante, amamantándolos con una paciencia y un amor fuera de serie. Trufa, se nos había hecho mayor.

Naturalmente, los "peques" se emanciparon. Para ello, contamos con la inestimable ayuda de tres familias: Una en Barcelona, que se llevó la más traviesa, otra en Valencia, que se llevaron dos "nenes" y una tercera familia, aquí, donde vivimos, que se han llevado otros dos. Estos son muy chulos porque son u n niño y una niña, que, cada uno, tiene su gato y lo más insólito (para mí) ¡cada uno sabe cual es su gato y cada gatito, cual es su niño! Estos últimos, han vuelto a pasar unos días con nosotros porque su familia salió unos días y nos hicimos cargo. De nuevo el hogar se volvió una simpática algarabía pero si soy sincera, los últimos días, ya eran difíciles.

También hemos dado a Trufa en adopción. Inexplicablemente, conmigo, tenía algo que la hacía distanciarse, llegando a orinar en donde yo ponga el culo... es una reacción que no entiendo pero he llegado a cambiar la cama, varias veces durante un día.

Nos llamó un hombre para recogerla. Vino con una niña y enseguida han compaginado. Niña y gata, hacen un tándem bueno. Ella, es cariñosa con la nena, que, encantada, se habría llevado a todos.

Nos queda "Migué" cuyo destino, no hemos decidido. De momento, aquí está tranquilo y feliz, pero creo que estará mejor en u na casa donde, al menos, haya otro gato. Ya veremos...


Trufa. Siempre estarás en mi corazón

Trufa ha cambiado de manos. La hemos difundido y una preciosa niña con su padre, vino a llevársela a su casa. Las dos, gata y niña, iban felices. Trufa se fue a los brazos de la jovencita, contenta, con ganas de mimos por parte de esas pequeñas manos ¡quién lo iba a decir! ¡Si ella es (o era) super arisca! y esto, nos dió el beneplácito de que, una fez más, no hemos fallado: animal y personita, se complementan.

Para mí, es el fin de una etapa. Cuando era un cachorro, "Trufa" era una "niña" maravillosa. Juguetona, zalamera, un poco "cabrona" pero muy simpática. Eso sí, tomó la fea costumbre de "marcar" cada sitio que ella disponía, sobre todo, mi cama. Últimamente, esa costumbre, parece que se relajó, pero no se le acabó de quitar del todo y yo, tenía la necesidad de respirar un poco de tanto trajín, de tanto cambio de ropa de cama, de tanto lavar sofá y ropa en general, porque, donde menos me lo esperaba ¡zas! había un "recuerdo oloroso" de que la gatita había andado por allí.

Sin embargo, ese par de "OJOZ" nos tenía encandilados. Su cuerpo negro, peludo brillante, la hacen tan guapa... ¿Cómo no echarla de menos? ¡Si la hemos criado desde que nos la dieron rescatada de un contenedor de basura!... La sacamos de enfermedades a priori incurables, de una desnutrición, de mil cosas pero ella, nos ha dado unos momentos increíbles y memorables.

No podré olvidar jamás, que ella, me ha dado lo mejor de sí misma: sus criaturas, los cinco negritos que vimos nacer y crecer hasta estar preparados para hacer felices a otras familias. Con todos, hemos tenido mucha suerte, ahora, Trufita, mi pequeña niña, regala momentazos a otras personas para que, las hagas, como poco, tan felices como me has hecho a mí.

Te quiero, mi peque... siempre estarás en mi corazón.