Un mes esperado para mí. Lleno de planes, lleno de tantas esperanzas que, de nuevo vuelven a surgir... y lleno de ampollas que tengo que levantar.
Sigo perdiendo peso. A veces, ni hambre tengo. No paro de aquí para allá pero la expectativa de volver a Barcelona otra vez, me hace tan feliz... Dejé allí muchos proyectos iniciados (bueno, no tantos, pero hacen mucho bulto) y ahora toca retomarlos con fuerza, con firmeza y fiereza.
Ahora, ya no soy aquella que estaba todo el día encamada cuando vivía en El Prat de Llobregat, ni me parezco. Soy una mujer, llena de vitalidad, con muchísimos kilos menos, capaz de mover de nuevo, como antes, Roma con Santiago para conseguir mis objetivos.
Yo, si fuera el resto del Mundo, temblaría. Ante el espejo, se asoma, una mujer mucho más segura de sí misma, bella por dentro y por fuera y que es quien y lo que quiere ser. Que hace lo que le da la reverenda gana sin tener que guardar las falsedades de las apariencias.
Que el hábito no hace al monje, eso está claro. Por mucho que se aparente de fachadas para fuera, la escoria siempre será eso, escoria y a mí, que soy un pedazo de Divina Mujer, no me va a tragar esa pudredumbre, ni siquiera dejaré que se acerque a mí.
El otro día, traté de hablar con la mujer que me trajo al Mundo. Traté que satisfacciese solo unas preguntas, en mi mente, solo ronda un "por qué" y unas explicaciones que sé, a ciencia cierta, nunca obtendré, al menos por esa vía. Efectivamente, me reitero: es una mala persona (puse otra cosa, pero lo borré. ¡qué suerte tienes que exista la tecla "retroceso!)
Cosas... cosas... cosas que rondan mi cabeza
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