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Sutil, y no tan sutil, repaso por algunos pasajes de la vida cotidiana.

domingo, 22 de agosto de 2010

Sabores dulces de la vida

Hay recuerdos que son algo así como... no sé, un apetitos plato, tras el que no quieres tomar postre ni café porque ello, quitaría ese sabroso sabor que te ha dejado en el paladar.

Me refiero a aquellas situaciones que, cuando las recuerda, no te da un ataque de melancolía, no, solo te dan ganas de sonreir y piensas "que me quiten lo bailao" y claro, es lo que el cuerpo se ha llevado... No, no se trata de ir a repetir estos momentos, no, es más, creo que esto no sería bueno, pero ahí quedan, en la retina de la historia, de una historia en la que nadie creía y que a dos personas, nos hizo ponernos el mundo por montera.

Lo más especial de todo, algo inolvidable por muchos motivos, es una cena a la que Rubén me invitó en el incomparable escenario (nunca mejor dicho) del Restaurante del Teatro Real. Lugar donde Alfonso XIII y María de las Mercedes de Borbón y Orleans, disfrutaron siendo esta estancia Salón de Baile, de su primer baile como casados, como Reyes de España.

No negaré que tan alta alcurnia y tanto maravilloso retrato, me hizo sentir "Letizia" en la máxima potencia, aunque sé, fehacientemente que soy la Reina de su vida, de la vida de él, la persona que amo.

A esta cena, le precedió un paseo por el Madrid de los Austrias... un Madrid que yo desconocía, lejos de tiendas, lejos de ruido... a horas en la que los comercios ya han cerrado y los menos favorecidos, como entonces lo era mi Rubén, buscan sitio donde cobijarse.... Lugares donde, por safcar la basura, se pagaba con una bandeja de bollos y otra de pasteles, con la que un grupo de indigentes y el propio Rubén, satisfarían el hambre de las largas noches madrileñas.

Todo un paseo lleno de recuerdos, de compartir, de sensaciones confesadas... de tantas cosas... que, a pesar de todo, lo de menos fue el menú.

Gracias Rubén, por elegirme como la persona especial para esta excursión. Nunca la olvidaré de mi retina.

Otra imagen que contemplo en mi mente, es aquella en la que estando Rubén y yo misma en el Corte Inglés de Callao (Madrid) , tomábamos un plato de jamón con pan y tomate... pero insisto, lo de menos era las viandas....

Era una soleada mañana otoñal en la que ves a través de los grandes ventanales, todo Madrid, desde arriba y al fondo, el Reloj más famoso de España, el que suena para dar entrada a los nuevos años, cada 12 meses... El de la Puerta del Sol.

Aún sigo hipnotizada con lo que podría ser un perfecto cuadro de Goya en su época más alegre.

Y claro, hay más.... pero así a bote pronto, me viene el día de la playa en la que Rubén y yo, nos fuimos a pasar la tarde en el mar, a nadar, bromear en el agua salada de mi querido Mediterráneo que me vió crecer, chafardear como dos niños... hasta que la calidez de la tarde, dio paso a un aire fresco nocturno y el intenso olor de los espetos de sardina.... y ese fresco tinto de verano para "echarlas pabajo".... cervecita en el chiringuito... más sardinas ¡qué ricas que nos supieron!

Tengo ganas de volver a disfrutar en el mar, lo confieso.... pero compartir momentos como estos... como los de la piscina (¡cómo olvidarlo!) del "O2" donde nos liábamos con los "churros"... ¡Ay, cuántas risas! casi puedo oírlas en mis orejas....

Me alegro que esto me haya pasado contigo, amor... tanto bueno, tanto hermoso...

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