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Sutil, y no tan sutil, repaso por algunos pasajes de la vida cotidiana.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Mi amiga Mari

Un poco de vida social, no le viene mal a nadie. Cuando vivía fuera, hemos mantenido amistad con tgente más o menos próxima pero no tanto como lo son los "viejos" amigos. Viejos no por edad, si no por la cantidad de años que hace que están en nuestras vidas.

Este és el caso de mi amiga Mari, mi querida amiga de toda la vida. Toda una historia y por algunos más que temida.

María Arana y yo, somos amigas desde el principio de los tiempos. Ella no tendría ni 20 años y yo andaba por los 15 cuando coincidimos en mi primer empleo, el Hotel "Belarcos" sito en lo que entonces, era una Carretera Nacional en medio de "La Nada". Tras las puertas del establecimiento, la encontré acompañada de Ángela (¡qué mal me caía esa mujer, por Dios!) en sus labores, ambas como camareras de pisos, haciendo una limpieza a fondo en el Salón de la Televisión.

Yo, más verde que una lechuga, no tenía ni idea de lo que tenía que hacer. Solamente, sabía que me habían cogido para trabajar como Recepcionista, pese a que no tenía la edad precisa para contratarme; quedaban meses para tener 16 y navegaba por los "Mundos de Yupi" de modo que, cuando sonó el teléfono del hotel, Mari tuvo que enseñarme como contestarlo.

Ella me comprendía y entendía mi condición de pardilla. Siempre conté con su inestimable ayuda, de modo que, comenzó a fraguarse entre nosotras una simpatía que no tardó en cuajar en una amistad que se haría poco menos que eterna.

A mis padres, Pablo y Pilar, siempre atentos ellos a mis movimientos, no les gustaba aquella "mujer tan mayor para mí" e hicieron lo posible (y lo imposible también) para que no la viera... en la medida de lo posible, claro, porque no hay que olvidar que en el hotel, sí qu ela veía.

Tenían "serias" razones para que no nos "juntáramos" ella y yo porque claro, una Srta. Recepcionista ¿Qué hace siendo amiga de una "reganchina"? (así la nombraban por sus labores). No perdían detalle de mis movimientos, era realmente agobiante, pero siempre había un hueco para montarnos una juerguecita, salidas inocentes, siempre a plena luz del día que, consistían en irnos a comer fuera, tomar un cafetito (o similar) en alguna bonita terraza de la costa, o, como hacíamos muchas tardes tras trabajar, que no era más que ir a Puerto Cabopino con el resto de compañeros de turno, a por un café, refresco, cervecita... la cosa era vernos y charlar de lo Humano y lo Divino en un ambiente distendido y fuera del duro horario laboral.

Trabajar en el Hotel Belarcos, no era fácil. Había que doblar turnos, cobrar la mitad del salario y estar a verlas venir con la nómina que se iba retrasando mes a mes pero me daba libertad suficiente como para hacer a ratos perdidos, de mi capa un sayo.

Como no hacía nada malo ni nada reprochable, pues es lo que hay y que se fastidie al que no le guste ("pobres papá y mamá") pero esto pasa por no tener confianza y querer controlar todos y cada uno de mis movimientos. Gracias tengo que dar por el carácter que tengo, porque realmente, era para amargarse y todo porque trabajar, me pilló en una edad en la que estaba creciendo y como yo era muy jovencita, daba la casualidad que mis compañeros eran siempre mayores que yo ¿Qué le voy a hacer? Ya no se trataba de tener amigos como en el colegio, donde la edad coincide, no, se trataba de LA VIDA, y quizás, el fallo, es ponerse a trabajar siendo una adolescente, pero no ya por mí solo, si no en general. Los niños, tienen que estudiar y formarse y no irse a trabajar.

Como no me quiero ir por las de Villadiego, seguiré por lo que iba, que Mari y yo, hemos pasado muchas cosas juntas pero mi intimidad, era mía y también tenía otros amigos que no eran Mari ni conocían mis padres. Amigos que, para mí, eran muy interesantes... algunos amigos, algunos novietes y algunos "rollos" de verano, que para eso tenía la edad.

Todo esto se mezcla con mi encuentro con el sexo. Como yo, era una "guarrilla" y de esto, tiene (claro está) la culpa, mi amiga Mari, para mis padres, estar junto a ella, era sinónimo de poco menos que Sodoma y Gomorra. Creo que piensan a día de hoy, que ella me pervertía y hacíamos camas redondas y orgías por ahí... Según mi madre, tengo la moral distraída de mi tía Esperanza, hermana de mi padre y algo fuera de tono para la época de su juventud.

Entre escapadas, broncas y alguna que otra paliza que me costó mantenerme amiga de mi compañera de fatigas, transcurrió el final de mi adolescencia y choqué de bruces contra mi juventud Divino Tesoro, que te vas para no volver... y aquellas tardes de Martini y tarta de chocolate en "Lar Rampas" era poco menos carne de Cus-Cus Clan yquemarme en la hoguera pese a la inocencia de aquellas tertulias en las que nos acompañaba siempre Santi, la hija de Mari que se hizo mayor sentada siempre en nuestra mesa... donde íbamos, allá iba la niña... a cenar a "Oh Mamma Mía" nuestra pizzería favorita... o a los primeros restaurantes chinos que empezaban a ponerse de moda por Fuengirola... etc, etc...

Los años pasan, la vida separa a los amigos pero cuando la amistad es de verdad, da igual que el otro no haga las cosas del todo bien. Yo jamás me acordé del cumpleaños de Mari, en cambio, ella no se olvidaba nunca del mío pero ahí estábamos las dos, siempr ejuntas, siempre ahí... Una mano para echarte a los brazos o una compañía para las copas, las risas, las lágrimas...

Tras un largo espacio de tiempo, hemos vuelto a reanudar la relación, que no el cariño, que siempr eestuvo ahí. Cada cierto tiempo, sin que pasen demasiados días, ahora que la ocasión lo permite, nos vemos y tenemos unas cenas muy divertidas. Charlamos de todo, hablamos, nos ponemos al día... ¡Es rantástico tener una amiga!

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